lunes, 28 de enero de 2013

¿Qué sabemos del funcionamiento del Cerebro?

¿Qué sabemos del funcionamiento del Cerebro?
- Tomado del Capítulo IX -


La conciencia, la experiencia subjetiva de un Yo interior, plantea uno de los mayores retos de la neurociencia. Incluso un conocimiento detallado del funcionamiento del cerebro y de los correlatos neuronales de la conciencia resulta insuficiente para explicar cómo y por qué los seres humanos poseen mentes conscientes de sí mismas. (David J. Chalmers)

Soy consciente de que este capítulo no resultará sencillo para muchas personas, pero mi exploración de la anatomía, funcionamiento y técnicas de imagen del cerebro pretende mejorar nuestra comprensión de la complejidad del cerebro, reconociendo a la vez lo poco que sabemos aún sobre el funcionamiento de este órgano y los orígenes de la conciencia. Muchos neurocientíficos adoptan un enfoque materialista, basado en la premisa de que el contenido de los pensamientos, los sentimientos y los recuerdos puede ser explicado a partir de una actividad cerebral cuantificable. No obstante, la hipótesis de que la conciencia y la memoria son producidas y almacenadas exclusivamente en el cerebro está todavía por demostrar. No hay evidencia directa que pruebe si las neuronas generan la esencia subjetiva de nuestra conciencia (ni cómo podrían hacerlo). Este capítulo se apoya en estudios científicos para demostrar que el enfoque materialista se queda corto en muchos aspectos y no puede mantenerse en su forma actual. Está cada vez más claro que la actividad cerebral, por sí misma, no explica la conciencia.

La búsqueda de la conciencia.-

Los capítulos anteriores nos han desvelado que los seres humanos pueden experimentar una conciencia clara con recuerdos, pensamientos lúcidos y emociones en el transcurso de una parada cardiorrespiratoria. Sin embargo, un período de muerte clínica, provocada por la interrupción del flujo sanguíneo al cerebro, se caracteriza por la ausencia de toda actividad cerebral cuantificable y clínica. ¿Cómo puede ser? ¿Qué nos dice la ciencia acerca de la relación entre el cerebro y la conciencia? Y ¿dónde y cómo se puede localizar la conciencia en el cerebro? ¿Cómo puede la materia generar conciencia? Al fin y al cabo, el cerebro está formado por materia en estado puro, por átomos y moléculas que constituyen bloques de células capaces de desarrollar procesos químicos y eléctricos. Compuesto de «bloques de construcción inconscientes», el cerebro es, sin duda, capaz de posibilitar la conciencia; pero ¿puede realmente el cerebro «fabricar» nuestra conciencia? Y ¿en qué lugar del cerebro se fabrica y almacena esta conciencia?

Otra cuestión es cómo una actividad inmaterial, por ejemplo la atención o el pensamiento, se corresponde con una reacción perceptible en la actividad eléctrica, magnética y química cuantificable de una determinada parte del cerebro. Esta actividad se puede medir con la ayuda de (1) un electroencefalograma (EEG), que registra la actividad eléctrica del córtex cerebral, 0 (2) un magnetoencefalograma (MEG), que registra la actividad magnética del cerebro. Las divergencias en la actividad cerebral se registran (tangencialmente) con (3) una imagen por resonancia magnética funcional (IRMf), la cual puede trazar el mapa de las diferencias en el flujo sanguíneo del cerebro gracias al contraste entre la sangre y el tejido circundante. En el escáner se emplea un contraste dependiente del nivel de oxigenación de la sangre (BOLD), que, de forma indirecta, refleja la actividad metabólica de las redes neuronales, pero no la actividad neural directamente. La actividad cerebral puede registrarse, además, con ayuda de (4) una tomografía por emisión de positrones (PET), en la cual la sustancia radioactiva inyectada proporciona información inmediata sobre las diferencias en la actividad metabólica de las neuronas. Durante el pensamiento o la concentración se puede observar un incremento del 30% en el aporte sanguíneo al cerebro, ya que las neuronas consumen más energía para llevar a cabo dichos procesos.

Todos estos métodos de investigación registran los cambios en el flujo sanguíneo y en la actividad de ciertas áreas del cerebro. Esta actividad varía de un individuo a otro; además, los pensamientos y emociones, en permanente cambio, activan nuevas áreas. Aunque esto sugiere que las redes neuronales desempeñan un papel determinante en la manifestación de pensamientos, sentimientos y recuerdos, no implica necesariamente que estas células fabriquen y almacenen nuestros pensamientos y emociones. No disponemos de pruebas fehacientes que demuestren si las neuronas generan la esencia subjetiva de nuestra conciencia ni de qué manera podrían hacerlo. Lo que sí sabemos es que las tres estructuras que vamos a exponer a continuación, así como los estrechos vínculos entre ellas, nos permiten experimentar la conciencia: (1) el sistema activador reticular ascendente (SARA), localizado en el tronco cerebral; (2) el córtex cerebral, en especial el lóbulo frontal, los lóbulos temporales y los lóbulos parietales; y (3) las vías de conexión entre el córtex y el tronco, a través del tálamo y del hipocampo ((se muestra una figura a continuación)).

Estos centros muestran actividad diferenciada durante la conciencia, mientras que una discapacidad en estas áreas conlleva inconsciencia o coma. La conclusión lógica es que la cooperación entre estos centros cerebrales posibilita la experiencia de la conciencia (en vigilia) cotidiana. .../...

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