¿Qué sabemos del funcionamiento del Cerebro?
- Tomado del Capítulo IX -
La conciencia, la experiencia subjetiva de un Yo
interior, plantea uno de los mayores retos de la neurociencia. Incluso
un conocimiento detallado del funcionamiento del cerebro y de los
correlatos neuronales de la conciencia resulta insuficiente para
explicar cómo y por qué los seres humanos poseen mentes conscientes de
sí mismas. (David J. Chalmers)
Soy consciente de que este capítulo no resultará
sencillo para muchas personas, pero mi exploración de la anatomía,
funcionamiento y técnicas de imagen del cerebro pretende mejorar nuestra
comprensión de la complejidad del cerebro, reconociendo a la vez lo
poco que sabemos aún sobre el funcionamiento de este órgano y los
orígenes de la conciencia. Muchos neurocientíficos adoptan un enfoque
materialista, basado en la premisa de que el contenido de los
pensamientos, los sentimientos y los recuerdos puede ser explicado a
partir de una actividad cerebral cuantificable. No obstante, la
hipótesis de que la conciencia y la memoria son producidas y
almacenadas exclusivamente en el cerebro está todavía por demostrar. No
hay evidencia directa que pruebe si las neuronas generan la esencia
subjetiva de nuestra conciencia (ni cómo podrían hacerlo). Este
capítulo se apoya en estudios científicos para demostrar que el enfoque
materialista se queda corto en muchos aspectos y no puede mantenerse
en su forma actual. Está cada vez más claro que la actividad cerebral,
por sí misma, no explica la conciencia.
La búsqueda de la conciencia.-
Los capítulos anteriores nos han desvelado que los
seres humanos pueden experimentar una conciencia clara con recuerdos,
pensamientos lúcidos y emociones en el transcurso de una parada
cardiorrespiratoria. Sin embargo, un período de muerte clínica,
provocada por la interrupción del flujo sanguíneo al cerebro, se
caracteriza por la ausencia de toda actividad cerebral cuantificable y
clínica. ¿Cómo puede ser? ¿Qué nos dice la ciencia acerca de la
relación entre el cerebro y la conciencia? Y ¿dónde y cómo se puede
localizar la conciencia en el cerebro? ¿Cómo puede la materia generar
conciencia? Al fin y al cabo, el cerebro está formado por materia en
estado puro, por átomos y moléculas que constituyen bloques de células
capaces de desarrollar procesos químicos y eléctricos. Compuesto de
«bloques de construcción inconscientes», el cerebro es, sin duda, capaz
de posibilitar la conciencia; pero ¿puede realmente el cerebro
«fabricar» nuestra conciencia? Y ¿en qué lugar del cerebro se fabrica y
almacena esta conciencia?
Otra cuestión es cómo una actividad inmaterial, por
ejemplo la atención o el pensamiento, se corresponde con una reacción
perceptible en la actividad eléctrica, magnética y química
cuantificable de una determinada parte del cerebro. Esta actividad se
puede medir con la ayuda de (1) un electroencefalograma (EEG), que
registra la actividad eléctrica del córtex cerebral, 0 (2) un
magnetoencefalograma (MEG), que registra la actividad magnética del
cerebro. Las divergencias en la actividad cerebral se registran
(tangencialmente) con (3) una imagen por resonancia magnética funcional
(IRMf), la cual puede trazar el mapa de las diferencias en el flujo
sanguíneo del cerebro gracias al contraste entre la sangre y el tejido
circundante. En el escáner se emplea un contraste dependiente del nivel
de oxigenación de la sangre (BOLD), que, de forma indirecta, refleja
la actividad metabólica de las redes neuronales, pero no la actividad
neural directamente. La actividad cerebral puede registrarse, además,
con ayuda de (4) una tomografía por emisión de positrones (PET), en la
cual la sustancia radioactiva inyectada proporciona información
inmediata sobre las diferencias en la actividad metabólica de las
neuronas. Durante el pensamiento o la concentración se puede observar
un incremento del 30% en el aporte sanguíneo al cerebro, ya que las
neuronas consumen más energía para llevar a cabo dichos procesos.
Todos estos métodos de investigación registran los
cambios en el flujo sanguíneo y en la actividad de ciertas áreas del
cerebro. Esta actividad varía de un individuo a otro; además, los
pensamientos y emociones, en permanente cambio, activan nuevas áreas.
Aunque esto sugiere que las redes neuronales desempeñan un papel
determinante en la manifestación de pensamientos, sentimientos y
recuerdos, no implica necesariamente que estas células fabriquen y
almacenen nuestros pensamientos y emociones. No disponemos de pruebas
fehacientes que demuestren si las neuronas generan la esencia subjetiva
de nuestra conciencia ni de qué manera podrían hacerlo. Lo que sí
sabemos es que las tres estructuras que vamos a exponer a continuación,
así como los estrechos vínculos entre ellas, nos permiten experimentar
la conciencia: (1) el sistema activador reticular ascendente (SARA),
localizado en el tronco cerebral; (2) el córtex cerebral, en especial
el lóbulo frontal, los lóbulos temporales y los lóbulos parietales; y
(3) las vías de conexión entre el córtex y el tronco, a través del
tálamo y del hipocampo ((se muestra una figura a continuación)).
Estos centros muestran actividad diferenciada durante
la conciencia, mientras que una discapacidad en estas áreas conlleva
inconsciencia o coma. La conclusión lógica es que la cooperación entre
estos centros cerebrales posibilita la experiencia de la conciencia (en
vigilia) cotidiana. .../...
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Pim Vam Lommel, Consciencia más allá de la vida, CampoMorfico, MedCuantica.
lunes, 28 de enero de 2013
¿Qué sabemos del funcionamiento del Cerebro?
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