lunes, 28 de enero de 2013

Algunas referencias del libro y su autor, tomadas de Internet:

Algunas referencias del libro y su autor, tomadas de Internet:



Pim Vam Lommel, cardiólogo y Director de un hospital holandés, ha investigado durante más de 25 años las experiencias descritas por pacientes que estuvieron en estado de muerte clínica. Ante la imposibilidad de explicarlas mediante el paradigma materialista de las Escuelas de medicina, ha elaborado, en consonancia con otros especialistas, una explicación basada en la física cuántica.

Reconoce que el título de ECM, que se le ha dado a estas experiencias, no es exacto, porque se presentan las mismas características en otras situaciones en que no se corre peligro, como en experiencias religiosas. Él mismo habla en algún momento de “experiencias extracorpóreas”, pero prefiere considerarlas “experiencia de Consciencia no local o infinita”, y las considera algo “bastante común”. Consciente de la novedad de su explicación reconoce “No espero que las nuevas ideas encuentren aceptación inmediata, pero deben ser cuando menos examinadas más de cerca”.

Datos experimentales de las ECM:

Algunos pacientes que han sido reanimados después de una muerte cerebral (muerte clínica y legal, encefalograma plano, sin actividad electromagnética ni riego sanguíneo durante más de diez minutos) han contado experiencias, que responden a un patrón común, y que resultan inexplicables con el paradigma materialista. Estas experiencias narran visiones de cosas acaecidas durante su muerte clínica, incluso fuera de la habitación o del quirófano, y es imposible que el paciente pudiera haberlas percibido aun estando consciente.

Explicación reduccionista del paradigma materialista:

La medicina actual mantiene que la consciencia es una actividad del cerebro. Van Lommel se plantea cómo puede darse una consciencia –incluso más lúcida que la consciencia habitual- en una situación de total inactividad cerebral. Considera que las experiencias constatadas son inexplicables con el paradigma materialista, pero que la medicina actual lo acepta como un dogma inapelable.

El autor dedica los capítulos centrales de su estudio a analizar el funcionamiento del cerebro y los protocolos seguidos en las investigaciones de las ECM. Rechaza, en base a experiencias comprobadas, la principal objeción que atribuye estas visiones a la falta de oxígeno en el cerebro.

Tampoco se trata de meras alucinaciones, porque puede comprobarse su adecuación con la situación real que describen y porque provocan un cambio permanente en el sujeto en el sentido de empatía, comprensión y amor incondicional a los demás. Aumentan el sentimiento religioso (la espiritualidad) pero disminuyen el interés por la religión institucionalizada.

Aplicación de la física cuántica a la ECM:

¿Cómo se explica la consciencia durante una ECM? La consciencia no es producida por el cerebro. “La Consciencia no puede localizarse en ningún lugar, ni siquiera en el cerebro. Es no local (es decir, está en todas partes) en forma de ondas de probabilidad. Por esta razón no puede ser demostrada ni mensurada en el mundo físico”. 

Nuestra consciencia es una parte de la consciencia universal no local; una parte en la que, como sucede en las holografías, se encuentra el todo. “Nuestro cerebro funciona como interfaz” entre nuestra consciencia individual y la consciencia universal no local; envía y recibe información. El cerebro sería semejante a un receptor y a un transmisor de televisión, no produce la imagen sino que la recibe o la emite. “Cuando el cuerpo muere, la Consciencia no puede seguir comportándose como una partícula… por tanto existirá para siempre en forma de funciones de onda en el espacio no local”.

La investigación de la ECM no nos proporciona pruebas científicas de que, después de la muerte, pasemos a formar parte de la Consciencia infinita no local, pero sí ha demostrado que se puede experimentar la consciencia independientemente del cuerpo, sin función cerebral. “Tenemos un cuerpo, pero somos consciencia”


Quizá sea este libro, con su lenguaje serenamente objetivo, el caso más impresionante de puesta en evidencia de las limitaciones de la ciencia respecto a hechos concretos del mayor interés y conmoción para el ser humano, que en experiencias límite accede al corazón de sus mayores inquietudes. ¿Existe la conciencia más allá de la muerte? ¿Qué es la muerte? ¿Qué es la vida? ¿Por qué el temor a la muerte y su destierro de nuestra sociedad? ¿Qué ocurre cuándo estoy muerto?”.

Sobre el autor: 

"Van Lommel no es creyente. No cree en la trascendencia, pero rechaza, tal como se enseña hoy, que la conciencia sea producto o efecto de la función cerebral. Este heterodoxo holandés habla de la muerte como un cambio de conciencia. La muerte supone entrar en lo que él llama un conciencia no local, sin tiempo ni espacio. Plantea una especie de inmanentismo metafísico. La idea de Dios se ha sustituido en Van Lommel por una conciencia humana colectiva o universal que conecta a cada individuo con todo cuanto existe, ha existido o existirá."

«Las pruebas sostienen la validez de las “experiencias cercanas a la muerte” y sugieren que los científicos deben reconsiderar las teorías existentes sobre uno de los más profundos misterios biológicos: la naturaleza de la consciencia humana.» Lommel introduce estas experiencias en un amplio contexto cultural que va desde las diferentes visiones religiosas del pasado hasta los nuevos presupuestos de la física cuántica, en donde estos fenómenos tienen un lugar coherente dentro de sus modelos teóricos.


Expresa Lomme que si la causa de la experiencia cercana a la muerte fuera la falta de oxígeno (anoxia), como justifica esas visiones la medicina actual, todos los que vuelven a la vida tras la muerte tendrían una ECM, porque todos sufren la carencia de oxígeno, pero, en cambio, sólo el 18% tiene esas experiencias. Coinciden en hablar de recuerdos, cognición y emociones y mantienen la identidad, un punto crucial, porque el ego es el enlace entre la conciencia y el cuerpo.

No todos experimentan todo, pero todos citan algunas experiencias recurrentes que coinciden en un cruce espacio-temporal. Es la revisión de la vida pasada, pero también la futura y presente: algunos, al volver, anticipan sucesos y reinterpretan los ya pasados, así que suelen cambiar de pareja, de trabajo, de existencia, porque han contemplado su vida en conjunto durante su ECM.

Esas visiones son difíciles de expresar, a menudo el lenguaje carece de términos para explicarlas. Una ECM de tres minutos puede requerir semanas de testimonio en el que no se repite un solo episodio. El tiempo, como le decía, transcurre de un modo único en síntesis con el espacio y una constelación de familiares y afectos. Ven la luz (los niños me cuentan que un ángel; los ateos hablan de "una energía" y los creyentes, de Dios). Todos se refieren a lo mismo y que en ello se sienten integrados.

Nuestra conciencia no es más que un retransmisor para esta dimensión de nuestro ser en varias. Es como una radio que, mientras vivimos aquí, sintoniza con este universo. Nuestra muerte sólo es un cambio de conciencia, una transición. Sólo morimos en una dimensión para pasar a otras. Es física cuántica. Yo no soy creyente. Muchas religiones se han acercado a esa realidad con técnicas de paso entre esas dimensiones, como la meditación o el misticismo.

La experiencia de lo objetivo depende de tu estado subjetivo. Así que, desde los gurús milenarios hasta los físicos cuánticos, cuando asumes tu transición sin miedo experimentas un anticipo de esa sensación de plenitud.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si vas a insertar un Comentario, por favor, sé breve y respetando los criterios de los demás. Pretende este Blog profundizar en criterios, no el entrar en discusiones.